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–Protocolos para desobedecer una imagen.
–Todaŝ las koŝaŝ tyene perenŝipiyyo, mediyyo y fyn.
​– Educar es redimir (I)–Cádiz
–Dancing in Peckham.
–Educar es redimir (II)–CDMX.
–Monumento al desencanto.
–The Mother of Us All.
–Homeland.
–Homo Ludens.
–Antípodas.
–De Facto. Atlas de Estados no reconocidos.
–Primeras impresiones.
–Éxodo.
–Out of service.
​–Habitas o transitas.
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PROTOCOLOS PARA DESOBEDECER
UNA IMAGEN

Este proyecto de residencia parte de dos imágenes de la colección permanente del Pazo de Tor que, en distintos momentos, desafiaron las formas de representación del poder: la Carta Geométrica de Galicia (1845) de Domingo Fontán, primer mapa científico del territorio gallego, fruto de 17 años de trabajo, realizado sin encargo oficial y en abierta oposición a los mecanismos de control de la monarquía borbónica, y Leur Bouclier (1916) de Théophile Steinlen, un grabado de pequeño formato que muestra a civiles empujados por soldados alemanes para ser usados como escudos humanos durante la Primera Guerra Mundial. Realizado en plena contienda, cuando Steinlen volcaba su producción gráfica en publicaciones pacifistas y satíricas.

 

El mapa de Fontán, colgado en una de las salas principales del Pazo, no solo representa un avance técnico sin precedentes, sino también un gesto político: por primera vez, Galicia fue descrita con una precisión que no había existido hasta entonces, desplazando la manera oficial de conocer y pensar el territorio. Por su parte, el grabado de Steinlen, que pasa desapercibido entre las grandes pinturas religiosas de la antigua sala de juegos, encierra en su imagen una crudeza latente que concentra la violencia de las lógicas bélicas sobre los cuerpos, una violencia que continúa repitiéndose en los actuales conflictos armados que atraviesan el mundo.

 

El artista reinterpreta ambas imágenes para activar un protocolo de lectura, que desplace su narrativa histórica. Recupera el gesto de Fontán de recorrer el territorio para vincular el pazo con la ciudad de Monforte de Lemos, confrontando símbolos señoriales con carteles arrancados de muros y edificios abandonados. Estos fragmentos, intervenidos con pintura en blanco y negro, revelan la erosión de un pasado de esplendor ferroviario y la transformación de un paisaje urbano marcado en la actualidad por la decadencia.

 

En paralelo, el grabado de Steinlen, se reproduce repetido hasta conformar un despliegue a mayor escala, evocando, como un eco, la persistencia de las lógicas de poder sobre cuerpos y espacios, resonando con las formas en que la violencia y el control siguen operando en el presente en medio de nuevas tensiones geopolíticas.

 

Una instalación que funciona como un ensayo visual, un espacio de relación entre imágenes históricas, territorio y presente. Y, al mismo tiempo, como propone su título, una reflexión en torno a cómo podemos ejercer gestos que permitan desobedecer la mirada y repensar cómo entendemos las imágenes desde su propio le

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