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–Protocolos para desobedecer una imagen.
–Todaŝ las koŝaŝ tyene perenŝipiyyo, mediyyo y fyn.
​– Educar es redimir (I)–Cádiz
–Dancing in Peckham.
–Educar es redimir (II)–CDMX.
–Monumento al desencanto.
–The Mother of Us All.
–Homeland.
–Homo Ludens.
–Antípodas.
–De Facto. Atlas de Estados no reconocidos.
–Primeras impresiones.
–Éxodo.
–Out of service.
​–Habitas o transitas.
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TODAŜ LAS KOŜAŜ TYENE PERENŜIPIYYO, MEDIYYO Y FYN

La instalación de Miguel Benjumea narra la ciudad de Arévalo a través de sus formas y materiales, resaltando los momentos de controversia y transformación que han definido su identidad –desde el esplendor mudéjar hasta la industrialización vinculada a la industria de la madera y la producción agrícola del cereal–. Benjumea explora cómo estos hitos históricos han moldeado tanto el paisaje físico como la memoria cultural de la ciudad.

Inspirado en la obra “Tafsira” del Mancebo de Arévalo, un compendio de textos en aljamiado que refleja los esfuerzos de la comunidad morisca por preservar su identidad frente a la conversión forzada, el proyecto ahonda en las tensiones culturales del pasado.

 

La pieza central, un luminoso de neón con la palabra ‘Mudayyan’ –que significa “domesticado” o “aquel a quien se le ha permitido quedarse–, actúa como un símbolo de resistencia que cuestiona las narrativas históricas dominantes del periodo mudéjar y reflexiona sobre las complejidades de la asimilación cultural.

La incorporación de materiales locales como el hierro y la madera, junto con objetos industriales desechados, refleja la transformación de Arévalo desde sus raíces religiosas hasta su industrialización. El resto de piezas con arcos y rejerías, fusionan ornamentos tradicionales con elementos mecánicos, generando una tensión entre épocas que revela cómo los materiales y las decisiones estéticas han configurado la ciudad a lo largo del tiempo.

Este proyecto no solo revisita el pasado de Arévalo, sino que invita a reflexionar sobre la naturaleza cíclica de la existencia. Como sugiere el título, escrito en aljamiado, “Todaŝ las koŝaŝ tyene perenŝipiyyo, mediyyo y fyn” (Todas las cosas tienen un principio, medio y fin), Benjumea nos recuerda que las formas materiales de Arévalo son testigos de sus ciclos de esplendor, transformación y decadencia.

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